A los 72 años, con más de 5000 títulos publicados y alrededor de 400 millones de ejemplares vendidos, Corín Tellado sigue escribiendo las más apasionadas historias de amor. En España habló con CROMOS y confesó que sus novelas bien podrían ser lo que ella quiso vivir.
La leyenda de Corín Tellado comienza en octubre de 1946 con una novela romántica titulada Atrevida apuesta. En esa época María del Socorro Tellado Lopéz era una joven de 20 años que se sentía repleta de historias de amor y estaba dispuesta a escribirlas, todas, en una empresa titánica que hoy, a sus 72 años, parece sobrehumana: más de 5.000 títulos con 400 millones de volúmenes vendidos y traducciones a casi todas las lenguas del planeta, lo que la convierte, como dice Cabrera Infante, en “el escritor español más leído de todos los tiempos, incluyendo a Cervantes”.
Corín Tellado, que nació en Viavélez, un pequeño pueblo del Principado de Austrias, tuvo a cambio diversas satisfacciones: desde el 11 de agosto de 1998 una calle de la ciudad de Gijón lleva su nombre, una vía en la que hay cuatro bares, dos peluquerías y un almacén de electrodomésticos. Pero no es éste el único premio que le ha dado el Estado español: también guarda con orgullo la medalla de oro al Mérito del Trabajo, y lo más importante: el reconocimiento de al menos tres generaciones de hombres y mujeres que han descubierto en sus novelas sus propios sentimientos, una especie de moderna “educación sentimental”.
“En mis libros no hay ninguna intención pedagógica con respecto a los sentimientos –dice Corín Tellado– yo escribí lo que me gustaba, tal vez lo que me gustaba vivir… Pero hay un problema: lo que hago está clasificado como novela rosa y no estoy de acuerdo pues es reductivo y hasta ofensivo. Las novelas rosa eran esos folletines falsos de amor que en España tenían carátulas rosadas, por eso se llaman novelas rosa. Pero lo que yo hago son novelas sentimentales, con más complejidad, con situaciones más ricas, con sentimientos más profundos. Y no acabo de entender por qué se les da tan poco mérito. El resultado es que a mis 72 años me cuesta el mismo trabajo que a un joven principiante meter una novela grande a una editorial de prestigio, y eso es porque me tienen puesto encima el sambenito de la novela rosa, y de ahí no me sacan. Yo tengo novelas grandes que tocan problemas actuales como la Guerra del Golfo y la gente que se enriqueció a través del petróleo… Cosas así. A mí gustaría publicar novelas largas cada seis meses, por ejemplo, pero no es fácil que las editoriales de literatura me hagan caso. Tengo ahora mismo un manuscrito terminado, y si no lo he presentado a una casa editorial es porque tengo miedo de fracasar… Yo nunca pretendí ser Cervantes, y esto deberían entenderlo algunas de las personas que critican. Soy una escritora de entretenimiento, no pretendo más. También a Lope de Vega lo criticaron hasta la muerte, y a Balzac ni hablar”.
A pesar de su inmensa fortuna, Corín Tellado es una mujer sencilla. Reparte su tiempo entre una finca, Villa Dobe Roces (Asturias), en donde tiene, en pabellones, los ejemplares de todos sus libros y de sus publicaciones en revistas, más un modesto apartamento en Gijón, frente al puerto, con vista a la dársena y al océano Atlántico.
En su biblioteca se ve la colección completa de Pío Baroja, libros de Faulkner, de Hemingway, de Vargas Llosa y García Márquez, varias enciclopedias y biografías. “Yo recuerdo haber leído a Oscar Wilde siendo muy pequeña, y el De profundis me marcó mucho. A Balmes me lo sé casi de memoria pero lo que más me gusta ahora es leer las cosas nuevas, estar siempre actualizada. Los premios españoles, por ejemplo, los leo todos menos el de Planeta, y mucho menos el de este año (el 1998, a Carmen Posadas). Me gustan Delibes y Umbral, y eso que Umbral me critica. Yo siempre le digo a mi enfermera que lea a Delibes, sobre todo El diablo de un jubilado, pues este hombre es capaz de usar el lenguaje de un jubilado inculto para lograr una pureza intelectual. Leo mucho y gracias a esto nunca estoy sola, así mis hijos no estén conmigo. De Hispanoamérica he leído todo García Márquez, que es mi preferido, y además lo conocí personalmente. Y por supuesto a Cabrera Infante, que es un gran amigo y dice que aprendió a escribir corrigiendo las galeradas de la revista Vanidades en Cuba, es decir con mis novelas sentimentales. También aprecio y leo a Mario Vargas Llosa, con quien tengo varias fotos”.
La vida de Corín Tellado
Hoy está muy cerca de sus hijos, Begoña y Domingo, ambos abogados. De su ex marido, de quien se divorcio hace más de 40 años, prefiere no hablar. Desde hace varios años está sometida a diálisis cada tres días y tiene un catéter, ya que todas sus fístulas murieron. A pesar de eso, Corín Tellado conserva las fuerzas y se siente muy joven: “El personaje mujer de todas mis novelas soy yo. Ellas reaccionan como reaccionaría yo, y esto a pesar de que hoy la gente no se quiere igual que hace 50 años, pues los sentimientos evolucionan. En mi época yo fui muy rebelde, porque nosotros nacemos libres y si nacemos libres deben permitirnos serlo. A nosotros no se nos permitía, y lo más increíble es que no lo permitía un señor que no era ni mi padre ni mi madre sino un dictadorzuelo que tuvimos aquí, el señor Franco. Por eso al principio no me dejaban escribir como yo quería y me dieron verdadero palo. La censura llegó a devolverme cuatro novelas en un mes. Entonces empecé a publicar por fuera de España y ahí sí no tuve problemas. Yo escribo con lo que siento pero eso no quiere decir que escriba con mi vida, con lo que me sucedió a mí en mi vida personal.
—¿Corín Tellado ha sido feliz?
—“Me casé y fracasé en mi matrimonio pero nunca me volví a casar. Tuve algunas relaciones esporádicas que me dieron satisfacción sin comprometerme pero le consagré la vida a otras cosas, muy placenteras todas. Yo soy mujer de hombre y me hubiera gustado tener un compañero. Mas esta ausencia de compañero sólo la vine a notar cuando mis hijos se casaron. Hasta ese momento yo estaba totalmente consagrada a ellos. Me olvidé de mí misma, me preocupé por que los otros fueran felices”.
Su trabajo
Hoy ya no hay censura en España, sin embargo Corín Tellado sigue siendo menospreciada. Se ha dicho incluso que otros escriben lo que ella firma. De todo eso se queja con amargura, pero responde a las críticas con su trabajo.
“Para escribir, en primer lugar, hay que saber redactar con corrección. Luego hurgar en los propios sentimientos, que son los mismos del lector, y luego argumentar bien, no dejar las cosas volando… Hay que saber meter a los personajes al laberinto, siempre y cuando al final salgan. Mi método de trabajo es muy especial. Un escritor que se precie, al que le gusta lo que hace, puede hacer una buena historia larga en 14 días”. Catorce días… Ese fue el tiempo que empleó en escribir, por ejemplo, Lucha oculta, una novela publicada en 1992 que tiene 481 páginas. “Lo que no soporto es que luego vengan esos literatos que no hay quién los soporte ni quién los entienda y digan que hacen una cuartilla al día. Para mí es muy fácil. Yo hago cada semana una novela de las cortas. Luego, de las largas, una al mes. Escribo dos horas al día, máximo. Voy al despacho de mi hijo, que es abogado, y le dicto a la secretaria. Desde hace diez años le dicto y eso no tiene nada de malo, Dostoievski también dictaba. Voy con la mente en blanco, llevo el esquema, los cuadernos de apuntes que tenga, y me siento. Y a partir de ahí no me preguntes cómo pero me fluye, saco la historia sin ningún esfuerzo. A veces es mi hija la que me propone un argumento y luego yo lo desarrollo”.
Los personajes de Corín Tellado son los hombres de la calles, la gente común, todos… “Todo el mundo lleva por dentro una historia de amor. Cuando veo a una persona estoy siempre pensando: ¿será apasionado, pasivo, infiel, sentimental? Soy muy psicóloga, a pesar de no tener título. Estudié psicología en Cádiz pero no me gradué. Lo que tengo es el conocimiento de la psicología corriente y vulgar, la que yo llamo ‘psicología humana”.
De ahí que por sus libros transiten infinidad de tipos humanos: la mujer exótica, millonaria, antojadiza y caprichosa, la mujer víctima, abandonada, sentimental, orgullosa, frívola, profesional, seria, pobre, responsable, seductora… Al igual que los hombres: propietarios de yates, millonarios, hombres humillados, responsables, sensibles. Aparece una y otra vez el dandi rico, frívolo e infiel, que seduce y luego abandona a una mujer seria y responsable. Como Adam y Dorothy en Me olvidaste al otro día: “Adam Douglas no pasaba por la vida de una mujer sin dejar huella. La dejaba honda, desgarrada… Firme como un poste sujeto a miles de toneladas de tierra. Así dejaba él la huella de su paso…”. Dorothy, en cambio, era sensible: “Tenía una voz suave, que se alteraba muy raramente. Era lo que más inquietaba a Adam. Aquella voz, aquel mirar de sus ojos negros, aquella suavidad de sus manos al moverse, aquella personalidad inconmensurable…”.
—¿Cuáles son los protagonistas actuales para Corín Tellado?
—“El hombre hoy es más pasivo pues la mujer le está comiendo el terreno. En las universidades hay ahora mayoría de mujeres pero aún así sigue imperando ‘el masculino’, y eso le gusta a la mujer. El hombre intenso, varonil, fuerte, que da seguridad. La mujer moderna también ha cambiado y hoy es alguien sin prejuicios, que no le tiene miedo a la soledad, a verse sola con un hijo. Claro, hay mujeres que hacen el amor a los doce años y eso ya es pasarse. Antes se iba a cine, se cogía la mano, había preámbulo, seducción, había eso tan bonito que se llama sensibilidad… Eso es lo que yo pongo en mis novelas, pues yo sugiero, no digo. Que se vea la pantorrilla, en donde nace el muslo, pero no lo demás. Yo prefiero insinuar para que luego el lector vaya con su imaginación donde quiera”.
Imaginación y, sobre todo, cultura, pues para Corín Tellado la falta de cultura hace que los afectos se deterioren. “Se necesita tener cultura para poder desarrollar una buena sensibilidad, y ese es el lenguaje universal. La gramática es muy sencilla pero el verdadero lenguaje es el de los sentimientos, algo indispensable si quieres convertirte en un ser humano pleno. Esto es lo más importante, porque un ser sensible nunca puede ser cruel. El amor al prójimo nace de la sensibilidad. La relación sexual le da constancia a ese amor, y luego, la comprensión y la tolerancia le dan continuidad”.
Santiago Gamboa. Cromos.com.co
Nota del Director: Esta crónica se escribió para la revista Cromos en el año 1.999
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