Le puse el seguro a la puerta del auto y al levantar la mirada vi a este tipo caminando hacia mí se parecía a Peter mi viejo amigo pero no era Peter era un hombre demacrado en jeans y camisa azul de trabajo y me dijo: “oye, mi esposa y yo necesitamos algo para comer, morimos de hambre” Miré detrás de él y ahí estaba su mujer que me miró con ojos a punto de lágrima. Le di un billete de cinco. “¡Te amo, hombre!”, gritó, “No me lo gastaré en bebida”. “¿Por qué no?”, le contesté, “Es lo que yo haría…”
Me alejé para entrar a un edificio arreglé unos cuantos asuntos salí regresé al auto como siempre pensando si hice lo correcto o si fui víctima de un engaño.
mientras conducía recordé mis años de miseria hambriento más allá de cualquier arreglo nunca pedí a nadie un centavo.
esa noche, después de unos tragos, le expliqué a la mujer con la que vivía lo mucho que daba dinero a vagabundos pero que yo en los tiempos más obscuros de hambre en mi vida me negué a pedir nada a nadie.
“lo que pasa es que ni para eso servías”, dijo ella.
Confesión
Esperando a la muerte como un gato que saltará sobre la cama.
Estoy apenado por mi esposa. Ella verá este cuerpo rígido y blanco.
Lo sacudirá una vez, entonces quizás de nuevo: “Hank” Hank no contestará.
No es mi muerte lo que me preocupa, es mi esposa sola con esta pila de nada.
Quiero que sepa que todas las noches durmiendo a su lado. Incluso las discusiones inútiles fueron cosas espléndidas.
Y las duras palabras que siempre tuve miedo de decir pueden ahora ser dichas:
“Te amo”
Sí, Sí
cuando Dios creó el amor no ayudó mucho cuando Dios creó a los perros no ayudó a los perros cuando Dios creó las plantas no fue muy original cuando Dios creó el odio tuvimos algo útil
cuando Dios me creó a mi, bueno, me creó a mí
cuando Dios creó al mono estaba dormido cuando creó a la jirafa estaba borracho cuando creó las drogas estaba drogado y cuando creó el suicidio estaba deprimido
cuando te creó a ti durmiendo en la cama sabia lo que hacia estaba borracho y drogado y creó las montañas y el mar y el fuego al mismo tiempo
cometió algunos errores pero cuando te creó a ti durmiendo en la cama se derramó sobre su Bendito Universo
¿Así que quieres ser escritor?
Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas. A no ser que salga espontáneamente de tu corazón y de tu mente y de tu boca y de tus tripas, no lo hagas. Si tienes que sentarte durante horas con la mirada fija en la pantalla del computador o clavado en tu máquina de escribir buscando las palabras, no lo hagas. Si lo haces por dinero o fama, no lo hagas. Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama, no lo hagas. Si tienes que sentarte y reescribirlo una y otra vez, no lo hagas. Si te cansa solo pensar en hacerlo, no lo hagas. Si estás intentando escribir como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, espera pacientemente. Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa o a tu novia o a tu novio o a tus padres o a cualquiera, no estás preparado.
No seas como tantos escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman a sí mismos escritores, no seas soso y aburrido y pretencioso, no te consumas en tu amor propio. Las bibliotecas del mundo bostezan hasta dormirse con esa gente. No seas uno de ellos. No lo hagas. A no ser que salga de tu alma como un cohete, a no ser que quedarte quieto pudiera llevarte a la locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas. A no ser que el sol dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas. Cuando sea verdaderamente el momento, y si has sido elegido, sucederá por sí solo y seguirá sucediendo hasta que mueras o hasta que muera en ti. No hay otro camino. Y nunca lo hubo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario